Eres la fresa madura que en mi boca se dilata, como tu lengua fresca y pura, llegando a la garganta.
Haciendo arder mí sangre que fluye caudalosa en las venas, un río ardiente que recorre, mi cuerpo afiebrado y me llevas, cual torrente lujurioso.
Soy la fresa que muerdes con deseo en mis orillas temblorosas. Son tus ojos la fuente donde veo, el manantial dulce de tus olas, que fluyen tibias en níveo, deslizándose en mis playas.
Hazme llegar al horizonte donde amarres tu barca, y siga deseándote, embebida en tu espuma blanca, cristalino torrente, donde serenas tus ansias, y las mías.
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