Fotografía de Luis Miguel Montero
Un pez
Quizás fue un pretexto
esperar por un pez,
en la orilla cimbreante
y espumosa de sal.
Un horizonte dorado
iluminaba el mar,
la brisa acariciaba su rostro,
húmedo y distraído,
la sal se posaba en los labios,
como un beso marino.
Quizás, sí, fue un pretexto
esperar que un pez,
se enganche en el anzuelo.
Quién querría dejar el mar
pudiendo vivir dentro de él,
escuchar el sonido de las olas,
una música constante,
ver las olas encrestadas,
al mínimo viento de furia.
Vivir entre caracolas de colores
estrellas marinas y medusas.
Tal vez buscó la soledad,
para escuchar esa voz interior,
de sentir la inmensidad frente a él,
ver ese romance del cielo y el mar,
hasta donde alcanzaran sus ojos,
sentir esa caricia del sol en su frente.
Cuando al fin se movió la caña
un pez coleaba,
luchando por su vida,
lo tomó con cuidado,
dejándolo libre en las aguas,
puso carnada y volvió a tirar la línea.
Y se quedó otra vez,
mirando ese gran espejo de agua,
tal vez esperando otro pez.
O dejando volar su pensamiento.
Alicia M Moreno
Derechos Reservados
02/07/2014
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