cerezas
Quisiste pintarme desnuda,
esa tarde en tu guardilla,
tenías tan serena la mirada,
haces en el lienzo la maravilla,
de plasmar me tan delicada.
Casi a oscuras, tenue luz iluminaba
mientras mis pechos esbozabas,
yo, seguía tu pincel con la mirada,
tu mano, blanca y con un vaivén,
dibujando los pezones erizados.
Hacía tanto calor y tú sin camisa,
muéstrame el esbozo dije y temblaba,
tu mano recogió las cerezas de la mesa,
te acercaste tanto, aquí las pongo susurraba,
tu boca ya sedienta y tu lengua tersa,
por mi cuerpo danzaba cual pincel,
creando una obra única en las entrañas.
Te sentí desnudo sobre mi cuerpo,
compartimos las cerezas,
de boca en boca y salivas,
orgasmos de las lenguas ardientes,
fuego del deseo tan nuestro,
de sentirte tan dentro.
Pintaste mis entrañas de nácar cristalino
y los poros de mi piel, de felino,
y así te amé, así nos fundimos,
uno dentro del otro, hasta el gemido,
y los espasmos de los sexos,
tan ardientes y húmedos,
amordazamos los gritos del placer,
mordiendo nuestras bocas,
y lentamente quedaste dentro de mí,
serenando mi espasmo de éxtasis.
Hoy muerdo una cereza y te recuerdo
tiembla mi vientre de deseo,
y te imagino pintándome desnuda,
quitando de tu boca la cereza.
Alicia M. Moreno
Derechos Reservados
8/10/2013
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