miércoles, 9 de octubre de 2013

Cerezas ...


cerezas

Quisiste pintarme desnuda,
esa tarde en tu guardilla,
tenías tan serena la mirada,
haces en el lienzo la maravilla,
de plasmar me tan delicada.

Casi a oscuras, tenue luz iluminaba
mientras mis pechos esbozabas,
yo, seguía tu pincel con la mirada,
tu mano, blanca y con un vaivén,
dibujando los pezones erizados.

Hacía tanto calor y tú sin camisa,
muéstrame el esbozo dije y temblaba,
tu mano recogió las cerezas de la mesa,
te acercaste tanto, aquí las pongo susurraba,
tu boca ya sedienta y tu lengua tersa,
por mi cuerpo danzaba cual pincel,
creando una obra única en las entrañas.

Te sentí desnudo sobre mi cuerpo,
compartimos las cerezas,
de boca en boca y salivas,
orgasmos de las lenguas ardientes,
fuego del deseo tan nuestro,
de sentirte tan dentro.

Pintaste mis entrañas de nácar cristalino
y los poros de mi piel, de felino,
y así te amé, así nos fundimos,
uno dentro del otro, hasta el gemido,
y los espasmos de los sexos,
tan ardientes y húmedos,
amordazamos los gritos del placer,
mordiendo nuestras bocas,
y lentamente quedaste dentro de mí,
serenando mi espasmo de éxtasis.

Hoy muerdo una cereza y te recuerdo
tiembla mi vientre de deseo,
y te imagino pintándome desnuda,
quitando de tu boca la cereza.

Alicia M. Moreno
Derechos Reservados
8/10/2013


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