Bendición
Bendita sea la mar,
hará sal de mis cenizas
ahí podré gozar
del rumor de tus brisas,
ser espejo de la luna,
guardar su eterna sonrisa,
cuando duerma mi pluma,
y sólo sea sal y espuma.
Bendíceme con las olas
llévame en tu vientre de algas
seré cenizas peregrinas,
entre blancas caracolas.
Bendición después de la muerte
eternidad bajo el cielo,
orilla húmeda y cimbreante,
cubriendo la memoria cual velo,
ya sin recuerdos ni presente.
Seguirán volando las aves
sobre mi lecho de aguas,
compartiremos arrecifes,
vientos y tormentas.
Bendición del alma
dejar toda la memoria,
escrita en poema,
de añeja y sencilla historia.
Bendición benévola y tardía
cuando ya no florecerá,
mi corazón de primavera,
donde el amor se encendía.
Bendición será la palabra
cuando liberes las cenizas
y el mar sus aguas abra,
quizás aún tengan alas,
los poemas o mi sombra.
Alicia M Moreno
Derechos Reservados
10/09/2014
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