Pasó la vida….
La vida sigue…
Y cómo no recordar aquella tarde,
si la primavera arrasó con mis años,
adolescencia pura de los dos,
casi grité el dolor y me fui en silencio
ahogando el grito en la garganta seca.
Desde aquellos días recuerdo esa tarde,
quizás los años de van pero el amor queda,
amor puro entre tú y yo,
no grites el dolor, grita la felicidad,
desahógate mujer sublime del amor.
Se hizo tan largo el viaje,
caminos sinuosos y tristes,
seguí la luz de la esperanza,
muriendo tantas veces,
buscando el arco iris en el horizonte,
volver a comenzar una y otra vez,
espera de lunas y soles,
de noches de desvelo y lágrimas,
solitarias horas, recuerdos en el alma
Te encamino en el carruaje de mi alma,
sobre caminos suaves de terciopelo,
mientras hay vida hay esperanzas,
no mueras vive solo para mi,
busca el verbo que estremece tu corazón,
es lo que te escribo reina del amor,
sólo espera el amor, sólo espéralo,
tus lágrimas guárdalas
para sanar el pecho de este hombre
que sufre lo indecible…
Pasó la vida, pasó tanto amor
esas horas de volver interminables,
madrugada lluviosa de Febrero,
estabas ahí, esperando
el corazón latía muy fuerte, desenfrenado,
se hizo el milagro en las miradas,
fuimos los mismos, un abrazo y tu beso,
ese beso que no envejeció,
estaba en tu boca, fresco y puro,
como aquella tarde de Setiembre,
cuando comencé a morir en tu ausencia.
Quisiste decir pasó el tiempo,
pero el amor jamás pasa
queda en nuestras sensibles almas,
siempre te esperaré,
para que tu corazón me dé la bienvenida,
y nuestras miradas se cruzaron,
en ese momento fuimos alma y corazón,
porque nuestro beso se sintió
hasta lo más recóndito del infinito,
dulzura eterna sentí al besar tus labios,
en ese mes de Setiembre,
reviví con tu presencia mujer del alma.
¡¡Cómo dolió esa muerte amor!!
Sangraron los labios sin tu beso,
vacías mis manos, nido helado,
de tus tibias manos blancas.
Dolía el corazón escribiendo versos,
abriendo heridas del alma,
para encontrar el néctar dulce del amor.
¡El amor no murió amor mío!
aquí estoy escribiendo el poema del alma,
que calentará nuestro nido,
y tus manos que acarician al hombre lejano.
Que no te duela el alma cuando escribes,
solo cierra las heridas del alma,
para que el amor sea eterno en el tiempo.
Pasó la vida, llega el invierno
Dulce invierno de amor único,
me abrazas, te abrazo,
me besas y te beso,
como antes, como siempre,
más que antes,
estrenamos un amor nuevo,
sólo nuestro, nuestro invierno,
nuestro, hasta el final…
Pasó el tiempo, pero está el amor,
dulzura eternizada,
me miras, te miro,
te deseo, me deseas,
como siempre lo hicimos,
y lo seguiremos haciendo,
más tiernamente que antes,
somos dos adolescentes,
que se aman con la pureza del alma
y las ternuras alocadas del corazón…
Alicia M Moreno.
Germán Echeverría A.
Derechos Reservados
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