Sombra Ayer caminaba sin detenerme hacía un futuro y sus vivencias, sólo ella pudo entenderme, iba a la par de mis ansías. La soledad y la sombra una, arraigada en el alma, la otra, no me nombra, es sólo silencio y calma. Camina a mi lado en silencio quizás indiferente y tímida, hoy deja ver el cansancio, ese cansancio que va dejando la vida. ¿Son mis pasos más lentos o mi sombra ya no me acompaña? Hundí mis manos locas hacia ella quiero atraparla, la busco cada mañana para saber si aún estoy viva.
Ahí está la casa esperando como lo hacía desde hace tantos años, con la costumbre y el amor ensamblado, donde en cada rincón están los sueños, sueños que se trepan en su costado, donde aún se escucha la risa de los niños.
Ahí está la casa, guardando largos días y la aguda angustia del calendario, el Domingo, se llena de alegrías, luego se esfuma y gana el silencio, ese sentir en el alma llena de agonías.
Y es ahí, en ese ocaso del día que la tristeza busca huir lejos, bajo el loco reír de los Domingos, he sentido que mi alma, lentamente moría suicidándose en los ocasos.